domingo, 1 de noviembre de 2009

Actividad del día: cambiar el título del blog



Hoy decidimos cambiar el título de nuestro blog.

Creemos que las palabras significan y que dan lugar a múltiples sentidos. Quisimos reflejar mejor la pluralidad de aspectos a los que apuntamos.

Pasó de:

Si usted es mujer moleste a un albañil

Se dio vuelta la tortilla

a:

Vos elegís

las reglas del juego las hacemos entre todos


Porque no está dirigido únicamente a las mujeres.

Porque no implica molestar a nadie, sino tan sólo defender un espacio y una forma que nos son propias, elegidas y no impuestas.

Porque no tenemos nada en contra de los albañiles ni de nadie en particular, sino tan sólo de los modelos de hombre y mujer que se repiten sin ser siquiera pensados, y que generan posiciones de desigualdad.

Porque no es cuestión de dar vuelta nada, de cambiar abajo por arriba, un blanco por un negro.


Porque estamos convencidas de que todavía hay mucho por hacer.

Y que todos nosotros somos los motores del cambio.

Reconocemos que el silencio es una respuesta, pero también sabemos que hay otras alternativas.

Y hacernos cargo y responsables de ellas. Conocerlas, al menos.


La cuestión es multiplicar la cantidad y calidad de los colores.

Euge y Chichi.

domingo, 18 de octubre de 2009

Pequeñas batallas

Delivery de empanadas, local a la calle. Motos repartidoras. 4 sillas en la vereda ocupadas por muchachos. Dos chicas de la mano van a la parada del bondi. La historia de siempre, digamos, lo normal.

Una se toma el bondi, la otra vuelve a su casa. Pasa por el local. 4 sillas vacías. Lo lamenta, había imaginado una gran conversación en su cabeza. Entra:
- Hola
- Hola... (movimiento de personas detrás del mostrador)
- Hay algún encargado o algo así?
- Sí, él
- Hola
- Hola, qué tal?
- Sí, decime
- Mira, yo vivo a una cuadra y paso siempre por acá y cada vez que paso los muchachos que se sientan acá en la puerta tienen siempre algún comentario para hacer que me molesta
- Sabés quiénes eran?
- No (piensa que así como lo que ellos ven no es mi cara, lo que yo recibo no tiene nombre)
- Bueno, quedate tranquila, yo hablo
- Bueno, gracias. Tranquila no me quedo, estoy segura de que voy a volver a hablar con vos tanto como estoy segura de que no me va a importar venir mil veces
- Bueno, bueno, quedate tranquila
- Bueno, chau, gracias
- No, no, de nada, hasta luego
- Chau



Así como no soy la dueña del barrio porque mi familia vivía en él cuando eran sólo 5 quintas y se escuchaba al tren pasar a 30 cuadras, ellos no son los dueños de la vereda por estar sentados en un banquito frente a su lugar de trabajo. Y con "dueño" quiero hacer referencia a la inmunidad. Una vez me enojé muchísimo con un señor que interrumpió su mordida de choripán para decirme una guasada (a la vez que una infinidad de migas de pan salían propulsadas por los espacios de su boca donde saludablemente suele haber dientes) y cuando le pregunté si no le parecía injusto que no me dejara caminar tranquila por las calles de mi barrio, me contestó "callate, boluda, quién te creés que sos, tomatelás"... y me fui pensando que "quién te crees que sos" es una frase tan corriente que da miedo (entre los remolinos de bronca en que se movían mis tripas).
Quién tengo que ser? Quién creés vos que soy? Quién me creo? Quién soy? Quién sos? Qué derechos, garantías y obligaciones estoy pasando por alto? Disculpen, pero no acepto esa constitución. Qué es lo que cambia cuando un grupo de hombres comparte el almuerzo en un puesto de choripanes? O en cualquier otro lado? Qué cambia cuando es un grupo de mujeres? Y si van caminando? Y si es sólo una? Y si es sólo uno? Y si es de noche? Y si no es tu barrio sino el de ellos?
En todos estos puntos me siento en desventaja, porque realmente no les encuentro la vuelta y tengo la sensación de que para ellos está muy claro todo. Es decir, estoy con estos amigos en la vereda, pasan dos minas, listo... no hay duda. Es casi un acto reflejo.
Bueno, mis pequeñas batallas quieren mostrar que eso es ALGO. Que no es lo mismo decir que no decir. Que tiene un efecto, no es inocuo. Y, sobre todo, que no es bien recibido, porque si me gustara, joya! Un mundo feliz. Pero no, no se me da la posibilidad de salirme, de no participar. Así que como de todas formas me hacen participar, al menos voy a hacer mi movida, voy a elegirla, voy a pensarla, voy a jugar MI juego, voy a discutir las reglas. Porque yo no siento que esté jugando. Los herederos de la historia se encargan de recordarme que nunca nos salimos del lado que siempre pierde.


Y una más:
Una chica pasa a buscar a su novia por el trabajo. Salen de la mano, doblan en la esquina. Pasan por el medio de un grupo de chicos y chicas. Uno, sentado en el escalón de la puerta de entrada del colegio (voy a fijarme si era un colegio, no estoy segura), dice:
- Qué desperdicio!
Las chicas siguen unos metros más hasta que una se detiene y decide volver.
- Disculpame... qué nos dijiste?
- Yo? No, no, nada, nada...
- Ok


NO ENTIENDO!!
Y me fui preguntándome, además de por qué no asumió lo que había dicho, qué habrá pensado la chica que estaba sentada a su lado.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Ruido

Qué delimita el espacio privado del público?

Qué pasa cuando de la obra en construcción a dos casas de la tuya te gritan cosas cuando colgás las sábanas en la terraza en pantuflas, todavía en piyama, mientras se calienta el agua para el mate?
Qué pasa?
Bueno... no pasa nada. Te gritan cosas, te fastidiás, te jodés, se ríen. Les gritas cosas vos, se ríen más, te fastidiás más, te jodés. Te vestís, te tomás unos mates, salís para el trabajo/facultad/loquesea, te gritan más cosas, te recontrafastidiás, te jodés. Pataleás, protestás, pero te jodés.
Según el INADI no es discriminación, es, digamos, un acto hostil. Según la ley, no es nada.

Por alguna razón, que te fastidien cuando estás dentro de tu propia casa es más molesto. Se hace más evidente la invasión, la irrupción violenta, el abrupto pasaje desde el despertar en la tranquilidad de la mañana al fastidio, la opresión, la cosificación, la impotencia...
Cuál es el espacio privado? La casa propia? El cuarto? El baño? El placard? Los límites de la cama? El barrio no? El auto no? Sólo desde la piel hacia adentro?
Hay alguna diferencia de "gravedad" (no encuentro un término que me conforme, por eso las comillas) entre que te chiste un completo extraño mientras se señala la pija desde un tercer piso que a un metro? En la calle que en tu cuarto? Desde su auto a vos en la vereda? Desde su auto a vos en tu auto?
Todavía no encuentro alguna manera medianamente racional de explicar por qué a mí me molesta más que me griten cosas en mi barrio que en otro, cuando estoy en mi auto que cuando voy por la calle, cuando estoy en mi terraza, cuando camino de la mano con mi novia o cuando estoy en la puerta de su casa. No sé por qué, pero me ofende más. Tal vez, que ni en la intimidad de mi hogar pueda sentirme libre me parece más "grave". Pero es peor que cuando voy caminando por cualquier lado en la intimidad de mi pensamiento, de mis emociones, de mi yo-ahí-enesemomento?



Y el acontecimiento que me lleva a escribir todo esto es:

Siempre defendí la postura de que no tiene razón el que grita más fuerte sólo porque aplasta la voz del otro. Suele confundir, pero no tiene más razón por eso. Una verdad no va a ser más verdad porque se dice más fuerte. Pero sí hace más ruido.

Estábamos volviendo con mi novia. Yo manejaba, ella iba adelante de acompañante. Adelante nuestro había un renault 19 bordeaux con 4 hombres dentro. Nos empezaron a señalar, a hacer señas, tiraban besos, reían, leíamos en sus labios sus predicciones de cómo nos iban a coger, etc.. Hacer como si nada, mandarlos a la mierda con gestos y palabras, cambiar de lugar el auto... no sólo no reduce nuestro sentimiento de violentadas, sino que lo aumenta. Aumenta la impotencia, nos sentimos más tontas y ellos se sienten más capos. Pero esta vez encontré una manera de canalizar mi bronca en formato bocina. Me mantuve a 1m del paragolpes y estuve unos 3km con la bocina sonando. Si se daban vuelta, dejaba de tocar bocina. Si volvían a hinchar las bolitas, volvía a tocar.
No sé si se aburrían de decirnos cosas o les resultaba realmente molesto el ruido, pero dejaban de darse vuelta. Además, la sensación de que nosotras teníamos un recurso para descargar, para expresar, para denunciar fue casi tan efectiva como necesaria. Podíamos reirnos nosotras, podíamos fantasear que tal vez estuvieran experimentando un mínimo de vergüenza.

(aclaremos algo: no es nuestra meta cambiar un abajo por un arriba, un oprimida por opresora. Nos genera malestar actuar de manera violenta. Pero creemos que hacer nada no cambia las cosas. Que ignorar un problema no lo resuelve y, sobre todo, no hace que nos afecte menos. Seguimos preguntando si alguna ley nos ampara y seguimos encontrandonos con cosas como que la violación es el único delito en el que la víctima debe probar que no deseaba que le sucediera o que una denuncia con la cara llena de golpes no es prueba suficiente de nada)


Especie de moraleja:
No, hacer más ruido no nos da la razón. Pero nos permite quejarnos. Tenemos derecho a réplica, a quejarnos, a enojarnos, a ser respetadas, a que no nos guste que nos inviten insistentemente a chupar una pija, a que nos guste quien nos guste y no cualquiera que nos pasa por al lado y considere que el hecho de que sea hombre y nosotras mujeres es requisito suficiente para que él nos quiera coger y nosotras queramos que nos coja. Tenemos derecho a decidir sobre nuestro cuerpo... pero todavía no está escrito en ninguna ley.

martes, 25 de agosto de 2009

el poder falso del macho

“El poder falso del macho –que, en realidad, es una forma de control, contracción y tensión- muestra una actitud manifiestamente débil, porque nos mantiene atados a la frágil sensación del ego. Al fin de cuentas, la vida desafía continuamente todo intento de controlarla, y la energía que invertimos en mantener nuestras defensas no hace más que despojarnos de nuestra fortaleza”.

John Welwood; Psicología del despertar. Budismo, psicoterapia y transformación personal; Capítulo 9.

Estaba yo en mi trabajo leyendo un apunte de mi facultad: el primero del cuatrimestre. Y casi al final del mismo, me encuentro con esta frase. No está de más aclarar que coincido plenamente con ella.

Control, poder, miedo a la sensibilidad, sentirse hombre, sentirse mujer, obligar, aceptar, sumisión, tensión, dolor, naturalización, violencia.

Todo esto es lo que se me cruza por la cabeza cada vez que me ofenden con “halagos”. La mujer objetivada. La mujer evaluada. La mujer mirada. La mujer desnudada. La mujer al servicio del macho.

Claro que no lo pienso en estos términos. De hecho, a veces ni siquiera lo pienso. Sólo siento un montón de cosas revueltas, poco identificables, me inundan, me marean, me violentan, me enojan, me entristecen, me anulan, me obsesionan.

Ellos necesitan mostrar, exagerar, invadir, insultar. Ellos necesitan gritar que sos linda, que te cogerían. Ellos necesitan desnudarte con una mirada libidinosa, una mirada que casi no permite respuesta. ¿Qué voy a decirle? ¿No me mires? ¿No me ofendas? Siempre se recluyen en el grupo, en los otros como ellos, que también te desnudan con la mirada, que también necesitan mostrar cuán machos son. ¡No vaya a ser cosa que alguien piense lo contrario! No vaya a ser cosa que parezcan sensibles, vulnerables, humanos. No. Ellos no son humanos. Ellos son machos.

¿Y nosotras? Nosotras tampoco somos humanos. Nosotras somos eso que ellos quieren que seamos. ¿Qué querés que sea hoy, lindo? ¿Puta? ¿Monja? ¿Enfermera? ¿Mucamita? Yo soy yo. Incluso cuando me disfrazo de todo eso. Incluso cuando, sin permiso, vos me disfrazás de todo eso.

Qué triste es cuando la mujer lo acepta, a veces hasta lo festeja. Millones de sms en tu celular con el culo de la chica de las tetas operadas de turno. Mirá: te quiero vender una lapicera y, en vez de mostrarte lo bien que escribe, te la muestro por la tele al lado de un culo en tanga. ¿Qué querés ver? Pedílo, seguro que lo tenés. Si sos el macho, si sos todopoderoso. Si yo no valgo nada, si yo sólo estoy para ser mirada.

Mirame, te miro, gritame, te grito, desnudame, te desnudo.
Ahora, cuando me harte de verdad y vaya con una bolsa llena de piedras en el bolsillo de la campera y te la parta en el medio de la cara, no me digas que no te avisé. Ocho de las diez veces que pasé por la obra donde trabajás, te dije que dejaras de hacer lo que estabas haciendo: ofenderme. Lo dije de buenas maneras, lo dije de malas maneras, lo dije con la mirada, lo dije con palabras, con un gesto, con un silencio. Vos no supiste escuchar.


Yo me cansé de hablar.

lunes, 13 de julio de 2009

Qué te pasa, flaquito?

Bienvenidas al mundo del hostigamiento sexual!

HOLA, MUJER! HOLA, HOMBRE! Eso que le pasa a tantas mujeres, ese miedo que invade cuando caminan por la calle, cuando se hace de noche, cuando esas dos cosas suceden juntas... BASTA DE MIEDO!
BASTA, BASTA, BASTA!

Es increíble lo que el miedo hace con nuestras vidas. Cómo modificamos nuestra conducta por temores infundados, pero avalados y nutridos por todos. Hay que liberarse del miedo, no vamos a perder más de lo que perdemos teniéndolo.

Aquí va mi anécdota de hoy:
Venía yo caminando, volviendo a mi casa. 22:00hs, ya de noche. Avenida iluminada y desierta. Escucho alguien al trote detrás mío y me doy vuelta para ver qué pasa. El que corría era un tipo. Camino más lento para que me pase y no rompa las bolitas. Pero no, se pone a caminar a mi paso, al lado mío, a 50cm de distancia. Murmura algo así cómo "por qué tan nerviosa, linda?". Ni lo miro, no digo nada por un momento. Pienso "qué mierrrrrrda me va a hacer quedar callada este idiota que quiere romper las bolas? Por qué te quedas callada!?" y, sin dejar de caminar, lo miro a los ojos y le digo "qué te pasa, flaquito?". "nonono, nada" dijo con el poquito aire que le quedó, dejó de caminar a mi lado y se fue.



Reconocimiento. Aceptación. Respeto.

A muchos no les va a gustar perder su lugar de poder o sus lugares de pobres víctimas. Pero es un lugar que entre todos construimos.
Hace no mucho que las mujeres empezamos a existir como personas en la sociedad (en algunas y de algunas maneras), pero aun falta mucho más para que seamos libres.
Lo que más me fastidia es lo naturalizado que tenemos este estado de las cosas, la opresión, el miedo... esto del "sexo débil"... realmente como mujeres nos creemos débiles? Pero por favor... violencia es que nos eduquen para sentirnos débiles, para ser sumisas, para tener miedo, para querer que un hombre nos proteja, para ser nuestras propias policías. Por qué las mujeres obedecemos más?


Que no se me malinterprete, no propongo que salgamos a la calle a cagarnos a trompadas o a ejercer sobre otros la violencia que ejercen sobre nosotras. Propongo que nos hagamos respetar. Primero por nosotras, que lo demás viene solo.

lunes, 6 de julio de 2009

contradicciones ideológicas al lavar un plato

Entre el Yin y el Yang
¿cuántos eones?
Julio Cortázar
Contradicciones ideológicas al lavar un plato. ¿No?
Y también quisiera explicar
por qué me maquillo y por qué uso perfume.
Por qué quiero cantar la belleza del cuerpo masculino.
Quiero aclararme bien ese racismo que existe
entre los hombres y las mujeres
Aclararme por qué cuando lavo un plato
o coso un botón
él no ha de estar haciendo lo mismo.
Me pinto el ojo
no por automatismo imbécil
sino porque es el único instante en el día
en que regreso a tiempos ajenos y
mi mano se vuelve egipcia y
el rasgo del ojo, se me queda en la Historia.
La sombra en el párpado me embalsama eternamente
como mujer.
Es el rito ancestral del payaso:
mejillas rojas y boca de color.
Me pinto porque así me dignifico como bufón.
Estoy repitiendo/continuando un acto primitivo.
Es como pintar búfalos en la roca.
Y ya no hay cuevas ni búfalos
pero tengo un cuerpo para texturizarlo a mi gusto.
Uso pefume no porque lo anuncie
Catherine Deneuve o lo use la Bardot
sino porque padezco la enfermedad
del siglo XX, la compulsión de la posesión.
Creer que en una botella puede reposar
toda la magia del cosmos,
que me voy a quitar de encima
el olor de la herencia,
la gravedad de la crisis capitalista,
porque a pesar de todo/hembra.
Se dice que las mujeres débiles/que los hombres fuertes.
Sí y nuestras razas tan distintas.
Nuestros sexos tan diversamente complementarios.
Yin y yang.
La otra parte es el misterio que nunca desnudaremos.
Nunca podré saber -y lo quisiera-
qué se siente estar enfundada en un cuerpo masculino
y ellos no sabrán lo que es olerse a mujer
tener cólicos y jaquecas y
todas esas prendas que solemos usar.
Dos universos físicos en dialéctica constante
con la nostalgia de una unión duradera
donde la fusión de los dos desconocidos
llegue a la profundidad del entendimiento.
Hay una necesidad compulsiva
de dar razones para la escición
para agudizar racismos con sonrisas.
Y las amigas y los amigos
ellos comprenderán
Ellos entienden la distancia que te separa
del amigo/amado/enemigo/desconocido.
Que la reconciliación es un esfuerzo máximo.
La unión, la sublimación de nuestros propios misterios.
Que el lavar un plato
significa a veces afirmar
las contradicciones de clase entre el hombre y la mujer.



Kyra Galván.

jueves, 21 de mayo de 2009

La simbología al servicio de la publicidad machista

Apareció una nueva propaganda de Renault, ¿la vieron? Es un nuevo modelo de auto llamado 'symbol' y el target de clientes al que apuntan muy sutilmente es a los hombres, cuestión que conocemos gracias a la recién mencionada publicidad, en la cual aparecen situaciones "típicamente masculinas", intentando generar alguna clase de identificación en esos potenciales clientes. Supongo.
Estas situaciones tan aparentemente masculinas son, por ejemplo, un padre alentando a su hijo a que no sienta temor y entre efectivamente al prostíbulo al que lo llevó. También podemos apreciar un hombre acostado boca abajo en una camilla, sintiendo temor por una mano poniéndose un guante de látex unos centímetros más al costado de la pantalla.
Por si quedaba alguna duda sobre la sutileza del equipo creativo que generó esta publicidad, les paso el nombre de la misma: Hacete hombre.




Voy a obviar los insultos que se me vienen a la cabeza porque no son de buen gusto y para sutilezas tenemos los párrafos anteriores. Así que paso directamente a lo que este blog nos concierne. Me concierne.
Esta propaganda pone de manifiesto la cultura que subyace detrás de todas las faltas de respeto, actitudes ofensivas, acciones violentas, opresiones y anulaciones, así como también violaciones y asesinatos hacia cualquier mujer. Podemos pensar en algún 'caso extremo' en el que alguna desafortunada es golpeada, humillada, violada y asesinada -con suerte, porque quizás sólo le arruinan lo que le quede por vivir-. Pero podemos pensar también en una mirada desnudante o en un comentario violento de alguna persona de sexo masculino deseoso de descargar sus aparentemente incontrolables impulsos sexuales y libidinosos.
Más allá de la respuesta que podamos dar nosotras, las mujeres, este tipo de eventos legalizan, avalan, prolongan, alientan, promueven todo aquello que tomó años modificar. En realidad, lo que se pone de manifiesto es que los años pasaron, los siglos también, pero las ideas no cambiaron. Parece que sí, pero vivimos que no. Sí, claro que hubo cambios positivos gigantes: ahora podemos votar, usar polleras, pantalones, trabajar. Pero también podemos cobrar menos, ser más criticadas, más exigidas, más desconfiadas. ¡Y guay que criemos mal a nuestros hijos!
¿Entonces?
Entonces aparecen propagandas como estas, que buscan a ese hombre que tenga lo suficientemente poco dentro suyo (o fuera, una nunca sabe) como para necesitar suplirlo con algún objeto muy caro, grande, lujoso.
¿Y qué hacemos con todo lo que pensamos, sentimos, construimos? (Che, no sean groseros. Es demasiado, no entra). Todo eso sigue ahí, todo eso tiene que verse, tiene que hacerse notar. Y todo el retroceso que puede implicar una propaganda de este calibre, pues que se lo queden ellos.
Yo voy a seguir respondiendo cuando me ofendan, voy a seguir defendiéndome cuando me ataquen, voy a seguir protegiéndome cuando esté en situaciones poco favorables (¡recuerden que protegerse es una de las respuestas mas combativas!). Voy a seguir pensando, voy a seguir hablando, voy a seguir sintiendo y haciendo.

¿Les parece poco? Es imposible saberlo. Quizás, con mucha suerte y un poco de vida sana, logremos ver cambios en generaciones siguientes. Hijos que sepan de respeto, que sepan de cuidado, que sepan que lo distinto no muerde, que sepan que uno no es el centro del mundo y que el otro importa, que tiene voz, voto, oído, boca, piel, cuerpo, alma.
Como vos. Como yo.
Como el hijo de puta que creó esa propaganda.

Y bué, hay de todo en este mundo. Dicen que lo que no te mata, te hace más fuerte...

miércoles, 22 de abril de 2009

El enojo como acto de rebelión

Leyendo y releyendo algunos libros y algunas anotaciones mías sobre esos y otros libros, me di cuenta de algo muy importante. Pero para explicarlo mejor voy a recordarles la idea de "la respuesta perfecta".
Creo que a esta altura quedó claro que tal cosa no existe. Creo que también quedó claro que no todas las personas que te violentan reaccionan igual frente a nuestras distintas respuestas: algunos callan, otros te provocan aún más, otros piden disculpas (desafortundamente los menos), etc.
Pero este es sólo un lado de la tortilla. El otro lado somos nosotras, las violentadas, las que reaccionamos. Y nosotras también lo hacemos de distintas formas: puteamos, hacemos algún gesto muy demostrativo con alguno de nuestros dedos, miramos hacia abajo y callamos, y millones de posibilidades más.
Sea cuál sea nuestra respuesta, incluso la más silenciosa de todas, suele incluir algún monto de bronca, de ira, de enojo. A veces es vergüenza. ¿Vergüenza de qué? Para mí que la vergüenza, cuando es impuesta sólo por haber nacido de tal o cual forma, es violenta.

Aquello importante de lo que me di cuenta, eso que mencioné al principio de este texto, es NUESTRO ENOJO. Como no puedo saber qué es lo que pasa adentro de sus personas, me voy a limitar a hablar sobre mí misma. Voy a hablar de MI ENOJO.
Sí, todo esto me enoja. Me hace sentir bronca, me hace sentir ultrajada -como diría andrea Echeverri-.
Pero no estoy "nerviosa", ni "me está por venir", así como tampoco me invadió una ola de sensiblidad extrema y patológica. Estoy enojada. ¡Muy enojada!
Parecería que la gente no está acostumbrada a ver mujeres enojadas. No sensibles, no histéricas: enojadas. Quizás pasamos tantos siglos agachando las cabezas y aceptando la mierda de tantas personas, que en algún lugar del inconciente -quizás aquello que Jung llamó el inconciente colectivo- nadie espera, a veces ni siquiera nosotras, que una de las opciones es quejarnos de aquello que no nos gusta y exigir lo que nos parece correcto.
Como bien dijo Inga Muscio -y de paso les paso el chivo de autores altamente recomendables relacionados con esta temática-, no es ira reaccionaria. No necesito que me ocurra nada: no necesito que me corten, que me violen, que me falten el respeto, que me humillen, que me traten de estúpida, que me chisten como a un perro, que me traten como un objeto. Sólo por saber que todo eso es una posibilidad, siento enojo.
A veces sólo me enoja ser mujer. Me enoja el hecho de que sólo por haber nacido con determinados cromosomas toda mi existencia se vea condicionada: si camino por tal o cual vereda, a cual o tal hora, sola o acompañada. ¿Me tomo un taxi? ¿Mejor espero el bondi? ¿Mejor camino? ¿Mejor no salgo?
Sí, me enojo. ¿Y qué?
Ese enojo me sirve. "Me sirve" en el sentido de que está a mi servicio: me moviliza, me conduce a otros lugares, a otros estados, me abre puertas, me genera ideas, me genera ganas.
Este enojo me da energías. Este enojo me da la fuerza para querer que las cosas cambien, y efectivamente hacerlo. Aunque sea chiquito. Aunque empiece despacio. Aunque llegue a pocos. Aunque tenga forma de blog.

Imaginen cómo sería si todas intentamos un poquito. Imaginen cómo sería si todos los hombres que tenemos alrededor intentan un poquito.

Mi sexualidad, femenina y lésbica, no la cambio por nada. A veces cuesta, a veces duele. Pero soy feliz. Me gusta mi vida. Me gusta poder expresar mi enojo.
Al final del día, ir a comprar un juguito de manzana a la estación de servicio de la esquina a las 2 de la mañana, sólo porque te dio un antojo insuperable, sola o de la mano de tu novia, es un acto de rebelión.
Este es el otro lado de la tortilla. Es hora de que se de vuelta.


domingo, 5 de abril de 2009

Reacción es acción, o no?

Traté de entrar y leer todo como si no fuera una de las que escriben para este blog, sino una persona cualquiera que entra porque alguien como yo le pasó el link. Creo que con leer muy poco ya se sabe de qué se está hablando. Bien por ello. Ahora, además de notar eso y alegrarme, noté que las ultimas entradas (que es casi como decir todas menos las primeras 2 o 3) hablan de respuestas. Con respuestas, quiero decir nuestra reacción ante una actitud lasciva que nos violenta, nos ofende, nos recuerda que hace siglos que la mujer vale menos, nos recuerda que eso es aceptado por todos y que no hay manera de salirse (¿no hay manera de salirse?).
Necesitaba escribir esto para no confundirme, no olvidarme de las demás cosas que hacemos. No quisiera que nadie que lea esto piense que la solución que planteamos va a depender de nuestro éxito en encontrar aquella frase que deje al idiota boquiabierto de tal manera que comprenda la magnitud de la violencia que él y los que son como él pueden generar por ser simplemente uno más que hace lo que todos, que dice lo que todos, que piensa lo que todos... es decir, que no piensa. Y aun si la encontráramos, tendríamos que tener la oportunidad de pronunciársela a todos los tipos que se comportan como idiotas... mmm... se ve difícil.
No sé por dónde empezar explicar todo lo que estoy pensando. Hay muchos factores que analizar. Alguien podría decir "pero che, qué te pensás, que vas a cambiar al mundo?!"... siempre me sale citar frases en esos momentos y lo voy a hacer ahora:
alguien dijo una vez:
ser joven y no revolucionario es una contradicción
y me lo tomé muy a pecho;
también dijo alguien una vez:
si no sos parte de la solución, sos parte del problema
y me lo tomé mucho más a pecho, si eso era posible;
y una canción (hay muchas, pero esta en particular suele sonar en mi cabeza. Si me ves, de Cadena Perpetua) dice:
Moriré con la paz, porque al mundo lo intenté cambiar.
Como ves, sigue igual, pero no me resigné a soñar.
Qué quiero decir con esto? Que sí, me levanto con la idea de que se puede cambiar al mundo, porque si no, para qué me levanto? Creo que hoy en día existen cosas que costaron sangre conseguir. Y hablo en sentido literal. Si otros y otras dieron su vida para que hoy yo pueda vivir cosas por las que ellos pelearon, entonces siento que no puedo hacerme la tonta y no pelear yo también por las cosas que todavía no existen. Por ellos y ellas, por mí, por los y las que vendrán. Y hablo de grandes y pequeñas cosas. De utopías y de pequeñeces cotidianas.
Que te griten por la calle podría verse como una pequeñez cotidiana. Que la mujer no sea vista por tantos como "aquello que me cojo" podría verse como una utopía. No sé, disculpen, pero me declaro bastante confundida al respecto. No sé si es pequeño o grande a lo que aspiramos, pero sí es ALGO. Y somos concientes de que no depende de una respuesta de 5 segundos dicha enojada. Pero que eso también es algo. Este blog es algo. Hablar con todos nuestros conocidos es algo. Pintar las calles, mandar mails, pegar carteles...
No estamos ansiosas por resultados, ni tranquilas y relajadas en el "algo estamos haciendo". Todo cambio lleva su tiempo y viene luego de turbulencia. Moverse y no dejar de moverse, agitar, contagiar la agitación, difundir la idea. Definitivamente, pensar que es imposible no ayuda.
Si te interesa, no te quedes sólo en el haber leído. Pasá el blog, charlalo con alguien, movete.

miércoles, 1 de abril de 2009

Nueva propuesta de respuesta

Dos reacciones comunes: risa o cagazo. Les contestás y generalmente optan por una de esas dos. Mi hipótesis es que cuanto más los puteas, más optan por reirse y cuanto más serena y amenazante te mostrás, más optan por la segunda. Teniendo esto último en cuenta, considerando que es la reacción que menos la violenta a una (porque te esforzás en parecer tranquila y un poquito te convencés -o sos grosa y te sale la tranquilidad solita-) y que nos parece mucho más adecuado responder NO haciendo lo mismo que ellos (hubo una GRAN discusión al respecto, tal vez la cuente luego), por ahora, creo yo, una de las mejores respuestas es aquella que por algun lado los "invita" a reflexionar y a tener que pensarlo dos veces antes de hacerlo de nuevo.
Yo ya sé que soy poco clara, no crean que no. Pero como ya lo sé y ya lo dije como tenía ganas de decirlo, ahora lo voy a explicar con un ejemplo:
Hay una obra en construcción a sólo 3 casas de la casa de Euge. Lamentablemente, el 100% de las veces que pasamos por ahí, y estaban trabajando en ella, recibimos algun comentario. Hoy pasé sola y escuché un silbido. Antes de que me acusen de paranoia, aclaro que me fijé y no había nadie más en la calle, miré y me estaban mirando. Mi conclusión fue que me silbaron a mí. Dudé, más o menos, una milésima de segundo y volví. Me acerqué a dos que salían y les pregunté en tono realmente amable (cero ironía, lo juro, lo juro!):
- Disculpame, me parece que me silbaron
- Eh, no, no...
- De verdad, me pareció que...
- No, no, si nosotros estamos saliendo y no...
- Ah, bueno...
- ...
- Disculpame, eh
- No, no...
Y seguí caminando.
Fue maravilloso. Vi el temor en sus caras. Temor a qué? Quien no me conozca debe saber que apenas llego a medir 1,57 y creo que ando por los 45kg. Claramente nunca podría alguien tener miedo de que alguien como yo lo golpeara (tal vez algun niñito, pero... en fin).
El apuro no me permitió hacer la segunda movida que tenía en mente. El plan era, al siguiente silbido, chistada (existe esa palabra?), comentario lascivo, etc., acercarme nuevamente y preguntar por el jefe. Ya en una ocasión, Euge les preguntó a dos de los obreros que se entretenían haciéndonos comentarios, qué pensaría su jefe si en horario de trabajo pasaban su tiempo sentados en la vereda (en ese momento, así estaban) molestando a los vecinos. El efecto duró, creo que un día o dos. Pero estamos casi seguras de que tuvo algún efecto. Con lo cual, repito, el plan era preguntar por el jefe, pedir (y anotar) nombres y apellidos y aclarar que ya se había intentado de buena manera eliminar las molestias a los vecinos y que, como se habían reiterado, no nos quedaba opción que iniciar acciones legales. Ni sabemos si existen (les juro que voy a averiguar!), pero la idea era intentar ver si eso consigue que no nos digan nada cada vez que entramos o salimos de la casa. Es realmente muy molesto. Es que, como creo que ya dije en otra entrada, es más que molesto, es VIOLENTO. Porque no hay derecho a que cada vez que sabemos que tenemos que pasar por ahí estemos en lo cierto en pensar que nos van a decir algo. Y de algo estamos seguras, creo que no está de más decirlo: creemos que cada uno puede y debe pensar lo que quiera y comentarle a su compañero, si tiene ganas, lo que se le acaba de ocurrir. Pero también tiene la obligación de pensar en que al otro puede ofenderle/molestarle/etc., lo que acaba de pensar y, pregunto: si usted tiene la duda de si lo que va a decir puede llegar a molestarle al otro, qué hace? Vengo haciendo esta pregunta hace rato y hasta ahora nadie dudó en decirme "no digo nada".
A modo de yapa, otra respuesta que "apela al lado reflexivo del lascivo" es aquella en la que luego de un atentado a nuestra tranquilidad de ir por la calle siendo visiblemente mujer, una responde algo así como "sabías que en este mismísimo momento a tu mujer, a tu hija, a tu sobrina, a tu mamá y a todas tus mujeres, un irrespetuoso como vos les está mirando el culo, las tetas y les está diciendo lo mismo que me decís vos a mí?"

sábado, 28 de marzo de 2009

BASTA PARA MÍ, BASTA PARA TODOS.

Esta vez subo una canción de Aterciopelados: Cosita seria.
Al margen de que recomiendo altamente esta banda por muchos motivos que en otro ámbito podríamos conversar, subo esta canción en particular porque está estrecha y directamente relacionada con este blog.

Señoras y señores, Cosita seria:

Un fulano me gritaba
si fuera helado me la chupaba
otro dijo yo soy perro
pos tus huesos voy y entierro
el muy bestia no respeta
yo me voltee y le di en la jeta
y es que soy cosita seria
y es que soy cosita seria

no tengo pelos en la lengua
ya superé el qué dirán
no tengo pelos en la lengua
ya superé el qué dirán


cosita, cosita, cosita (seria)
cosita, cosita, cosita (seria)
cosita, cosita, cosita (seria)
cosita, cosita, cosita


en el periódico salió
que a un man esto le sucedió
por hechar piropos sucios
le cortaron el capullo
y aunque un poco exagerado
yo pienso se lo había buscado
y es que soy cosita seria
y es que soy cosita seria

no tengo pelos en la lengua
ya superé el qué dirán
no tengo pelos en la lengua
ya superé el qué dirán


cosita, cosita, cosita (seria)
cosita, cosita, cosita (seria)
cosita, cosita, cosita (seria)
cosita, cosita, cosita
y cosita, cosita, cosita (seria)


De más -no- está aclarar que, ya que nos tratan como a cositas, pues qué mejor que ser serias; qué mejor que haber superado el qué dirán y poder responder lo que querramos frente a todas las guarradas que nos profieren.
Y vieron que cuando respondemos reaccionan con alguna cara de asombro -a veces hasta parece gozo, casi como si disfrutaran de nuestro malestar, como si ese fuese su objetivo, y no halagar-, y comentan burlonamente que cómo es posible que nos molestemos, si al final ellos lo único que hicieron fue -NO- pensar, -NO- halagarnos, -NO- apreciar la belleza que somos.
Pero escuchame un poquito, zoquete: ¿vos pensás que no tengo nada mejor que hacer en esta vida más que escuchar las barbaridades poco inteligentes y poco ocurrentes que salen de tu poco reflexiva boca?

Yo digo basta para mí, basta para todos.

jueves, 26 de marzo de 2009

preguntemos qué es lo que queremos

Leyendo lo que escribió Chichi la última vez me surgieron muchos pensamientos, la mayoría poco claros, pero todos alrededor del tema de la respuesta perfecta -sepan disculpar, mi teclado anda mal y no poseo paréntesis ni comillas, entre otros signos.
Con respecto a este tema -al de la respuesta perfecta, no al del teclado-, creo que aquí intervienen ciertos aspectos más personales, tales como inclinaciones naturales del carácter y la personalidad de cada persona, el día que tuvo, qué momento del día sea, hacia donde esté yendo o de dónde esté volviendo, etc.
Por ejemplo, no es lo mismo que te griten groserías o te chisten como a un perro a las 7 de la mañana cuando estás yendo a sacarte sangre, que te chisten a las 8 de la noche cuando estás a una cuadra de tu casa, hecha mierda de todo un día de laburo agotador. No es lo mismo que te griten justo cuando salís de tu casa a las 3 de la tarde luego de una discusión monumental con alguno de tus progenitores, que cuando volvés a las 2 de la mañana después de haber pasado medio día de corrido con tu novia. Los ánimos son diferentes, las respuestas también.
Teniendo todo esto en cuenta, creo que hay un factor más, uno muy importante y bastante decisivo. Tenemos que preguntarnos qué queremos: ¿defendernos? ¿atacar? ¿hacer pensar? ¿humillar? ¿devolver? Cada una de estas preguntas tiene varias respuestas, o eso al menos me parece a mí.
Yo les doy la mía: creo profundamente en que el objetivo no es agredir, maltratar, humillar, ni nada que se le parezca. Hay que promover un cambio, la capacidad de reflexionar sobre cuestiones que están muy instaladas en nuestras cabecitas. Tanto, que hasta las tomamos como naturales -recordemos que no poseo comillas, y con esto quiero decir que, si las tuviera, naturales iría encomillado.
Mi objetivo es este, al menos por el momento: no demos nada por sentado, no asumamos cosas por y sobre el otro. No olvidemos que uno es mucho más de lo que podemos ver a simple vista, y una mirada, un gesto, un comentario pueden lastimar, ofender, inhibir. Pensemos en el otro.
Por supuesto, esto incluye a los aquí acusados y prototípicos albañiles -comillas-, pero también a nosotros/as: ¿por qué insultar? ¿por qué hacer lo mismo que ellos si no quiero ser como ellos, si no quiero que nadie sea como ellos?
Para la próxima, si lo recuerdo y si me dan ganas, les escribo una lista con las respuestas que más me hayan gustado. Se aceptan sugerencias.

miércoles, 25 de marzo de 2009

La respuesta perfecta

Esto de buscar "la respuesta a prueba de balas" no es tarea sencilla. Voy probando, cada vez que me dicen algo caminando por la calle, distintas respuestas. Todavía no encuentro una que me convenza realmente. Sí noto que algunas me satisfacen más que otras, sobre todo las que los agreden. Es un poco cierto que estoy cebada. Y sí les contesto con bronca. Algo no muy en el fondo de mí los odia, los quiere ver sufrir o humillar o, mínimo, avergonzarlos o hacerlos pasar un momento incómodo para ellos.
Las únicas reacciones que me gustaron no fueron mías, fueron de una amiga. Una de ellas le sucedió al pasar por una de las tantas obras-macri. Al parecer habían estirado el cemento (disculpen mi ignorancia en lo que a construcción respecta) y estaban los obreros esperando que se secara tirados en tiempo de descanso a un costado. No podía caminarse por la vereda porque, justamente, estaba secándose. Al pasar por donde estaba indicado, los muchachos hicieron lo que, al parecer, les dicta su naturaleza y comenzaron a lanzarle sus comentarios característicos. Mi amiga, que se toma estas cosas con más humor que yo, prefirió no decirles nada y comenzó a correr por el cemento fresco, dejando la marca de cada paso que daba. Me pareció brillante. Me contó que luego los pudo ver alisando el cemento de nuevo.
Hace muy poco me contó otro suceso, esta vez con un motociclista. Luego del comentario, el caballero tuvo la buena suerte de quedar atrapado entre el semáforo y mi amiga, que le profirió un discurso que me hubiera encantado escuchar. Según ella "se puso violeta". Eso quiero lograr, que la pasen un porcentaje de lo mal que la paso yo o cualquier otra. Que se de vuelta la tortilla. Que rebajar así a una mujer no sea más gratis.

viernes, 20 de marzo de 2009

NO SOY UNA ESTATUA

El otro día, charlando con mi cuñada, llegamos a la conclusión de que los hombres que gustan de decir groserías a las mujeres que pasan (groserías a las que algunas personas gustan llamar "halagos", "piropos") no lo hacen si la ya mencionada mujer está pasando con un hombre al lado. Podría ser su hermano, novio, padre, abuelo, amigo, etc.
No dicen ninguna grosería. Sin embargo, muchas veces sí felicitan al hombre que va junto a la mujer. Algo así como, por dar un ejemplo, "qué bombón que te estás comiendo" o lo que sea que digan estas personas.
Entonces yo me pregunto: soy una cosa? soy un objeto? No sólo eso, sino que soy propiedad privada AJENA???

Alguien me preguntó si yo quería ser halagada? A mí no.
Alguien pensó que tenía mi autoestima demasiado baja y que unas frases muy poco elaboradas iban a elevarla? Yo no tengo problemas de autoestima afortunadamente. Y definitivamente esa NO es una forma de elevarla. De cualquier forma, tampoco lo pedí!
No creo que haya una intención negativa detrás de todo esto. Es esto de las costumbres que uno repite sin pensar. Quizás es hora de que las pensemos, y hagamos que el resto piense también.
No es reprimir. Ellos pueden pensar y comentar por lo bajo cuán genial queda mi pantalón rojo en mi prominente trasero todo lo que quieran! Lo que no pueden es hacerme pasar un momento incómodo una y otra vez, sólo porque soy una chica que pasa frente a ellos. Y para esto no hace falta qué digan cosas sobre mi culo, ni tetas, ni ninguna otra parte del cuerpo. A veces, con tan sólo una mirada, invaden tu ser, te hacen sentir vergüenza de caminar por la vía pública, te VIOLENTAN.

En conclusión:
Quiero poder colgar las sábanas en mi terraza sin que ningún albañil me diga nadaaaaaaa!!!!!

PD: que conste que "albañil", al menos en esta producción, es tan sólo un estereotipo de persona de sexo masculino que gusta de comunicar lasciva y verbalmente sus intenciones sexuales hacia deambulantes ignotas que casualmente pasaban frente a ellos. Se aplica a cualquier otra persona, de cualquier sexo, que se comporte de manera tan ofensiva e invasiva como las recién mencionadas.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Resistir sí, soportar no

Estoy harta. No pienso soportarlo más. Es tiempo de cambiar "soportar" por "resistir". La resistencia es activa, es a conciencia, busca el cambio. Soportar es someterse, es permitir, es dar lugar, es dejarse.
Antes que nada quiero decir que boludos hay en todas partes. Los hay hombres, mujeres, blancos, negros, de todas las religiones, de todas las orientaciones sexuales, de todos los todos. Creo que la gente puede ser todo lo boluda que quiera/pueda/le salga. Pero la violencia que puede generar la gente por ser boluda no la aguanto más.
Pongamos un ejemplo:
El señor (lo llamaremos Cacho, probablemente recurramos a él algún otro día) está en su casa viendo bailando por un sueño (o sea, culos+tinelli). Todo lo que piense o diga el señor no me importa. O pongamos a cacho trabajando en el taller mecánico junto a otros hombres. Lo que comenten, opinen, discutan, en este momento, no me importa. Tal vez un día sí, hoy no.
El problema está cuando yo, como cualquier otra, pasa por la puerta del taller. Más allá de que esté en contra del piropo, por motivos que no me interesa dar ahora, lo que recibo definitivamente NO es un piropo. Yo me pregunto, por qué? Qué necesidad? Es más que molestia, es violencia. Sin demasiada filosofía o análisis de implicancias, connotaciones, estudios sociales, blablabalbla. Es VIOLENTO. Y yo no lo tolero más.
Porque no es cuestión de "tolerancia", de aceptar distintas opiniones o puntos de vista. Me propongo combatir esa actitud violenta. Algo hay que hacer. Quedarse callada y seguir caminando no funciona, no es útil, no hace bien. Ni a mí ni a la que pase en un rato.
Y vuelvo a decir: boludos hay en todos lados. No estoy declarándome en contra de todos los mecánicos, ni de todos los albañiles, ni mucho menos de todos los hombres. Sólo de los idiotas.