lunes, 21 de septiembre de 2009

Ruido

Qué delimita el espacio privado del público?

Qué pasa cuando de la obra en construcción a dos casas de la tuya te gritan cosas cuando colgás las sábanas en la terraza en pantuflas, todavía en piyama, mientras se calienta el agua para el mate?
Qué pasa?
Bueno... no pasa nada. Te gritan cosas, te fastidiás, te jodés, se ríen. Les gritas cosas vos, se ríen más, te fastidiás más, te jodés. Te vestís, te tomás unos mates, salís para el trabajo/facultad/loquesea, te gritan más cosas, te recontrafastidiás, te jodés. Pataleás, protestás, pero te jodés.
Según el INADI no es discriminación, es, digamos, un acto hostil. Según la ley, no es nada.

Por alguna razón, que te fastidien cuando estás dentro de tu propia casa es más molesto. Se hace más evidente la invasión, la irrupción violenta, el abrupto pasaje desde el despertar en la tranquilidad de la mañana al fastidio, la opresión, la cosificación, la impotencia...
Cuál es el espacio privado? La casa propia? El cuarto? El baño? El placard? Los límites de la cama? El barrio no? El auto no? Sólo desde la piel hacia adentro?
Hay alguna diferencia de "gravedad" (no encuentro un término que me conforme, por eso las comillas) entre que te chiste un completo extraño mientras se señala la pija desde un tercer piso que a un metro? En la calle que en tu cuarto? Desde su auto a vos en la vereda? Desde su auto a vos en tu auto?
Todavía no encuentro alguna manera medianamente racional de explicar por qué a mí me molesta más que me griten cosas en mi barrio que en otro, cuando estoy en mi auto que cuando voy por la calle, cuando estoy en mi terraza, cuando camino de la mano con mi novia o cuando estoy en la puerta de su casa. No sé por qué, pero me ofende más. Tal vez, que ni en la intimidad de mi hogar pueda sentirme libre me parece más "grave". Pero es peor que cuando voy caminando por cualquier lado en la intimidad de mi pensamiento, de mis emociones, de mi yo-ahí-enesemomento?



Y el acontecimiento que me lleva a escribir todo esto es:

Siempre defendí la postura de que no tiene razón el que grita más fuerte sólo porque aplasta la voz del otro. Suele confundir, pero no tiene más razón por eso. Una verdad no va a ser más verdad porque se dice más fuerte. Pero sí hace más ruido.

Estábamos volviendo con mi novia. Yo manejaba, ella iba adelante de acompañante. Adelante nuestro había un renault 19 bordeaux con 4 hombres dentro. Nos empezaron a señalar, a hacer señas, tiraban besos, reían, leíamos en sus labios sus predicciones de cómo nos iban a coger, etc.. Hacer como si nada, mandarlos a la mierda con gestos y palabras, cambiar de lugar el auto... no sólo no reduce nuestro sentimiento de violentadas, sino que lo aumenta. Aumenta la impotencia, nos sentimos más tontas y ellos se sienten más capos. Pero esta vez encontré una manera de canalizar mi bronca en formato bocina. Me mantuve a 1m del paragolpes y estuve unos 3km con la bocina sonando. Si se daban vuelta, dejaba de tocar bocina. Si volvían a hinchar las bolitas, volvía a tocar.
No sé si se aburrían de decirnos cosas o les resultaba realmente molesto el ruido, pero dejaban de darse vuelta. Además, la sensación de que nosotras teníamos un recurso para descargar, para expresar, para denunciar fue casi tan efectiva como necesaria. Podíamos reirnos nosotras, podíamos fantasear que tal vez estuvieran experimentando un mínimo de vergüenza.

(aclaremos algo: no es nuestra meta cambiar un abajo por un arriba, un oprimida por opresora. Nos genera malestar actuar de manera violenta. Pero creemos que hacer nada no cambia las cosas. Que ignorar un problema no lo resuelve y, sobre todo, no hace que nos afecte menos. Seguimos preguntando si alguna ley nos ampara y seguimos encontrandonos con cosas como que la violación es el único delito en el que la víctima debe probar que no deseaba que le sucediera o que una denuncia con la cara llena de golpes no es prueba suficiente de nada)


Especie de moraleja:
No, hacer más ruido no nos da la razón. Pero nos permite quejarnos. Tenemos derecho a réplica, a quejarnos, a enojarnos, a ser respetadas, a que no nos guste que nos inviten insistentemente a chupar una pija, a que nos guste quien nos guste y no cualquiera que nos pasa por al lado y considere que el hecho de que sea hombre y nosotras mujeres es requisito suficiente para que él nos quiera coger y nosotras queramos que nos coja. Tenemos derecho a decidir sobre nuestro cuerpo... pero todavía no está escrito en ninguna ley.